“La accesibilidad es... una noción escurridiza... Uno de esos términos que todo el mundo utiliza hasta el momento en que uno se encuentra frente al problema de definirlo y evaluarlo” [1]

Esta frase de Gould ha sido citada muchas veces porque resume muy bien la complejidad de este concepto. La accesibilidad es una noción relativa y contextual y la definición apropiada depende mucho del alcance y del contexto del cuestionamiento. Según Scott, este concepto, hasta se diría esta percepción, es algo que cada uno de nosotros vive, evalúa y juzga de manera diferente. [2]

Del acceso universal a la accesibilidad de las personas discapacitadas: una problemática continua

El término de accesibilidad, así como el de “acceso”, con el que se confunde a menudo, sea hoy una de esas palabras - valija que son utilizadas indiferentemente en diversos contextos y que sirven a menudo para disfrazar ciertas realidades, en lugar de aclararlas. Así pues, hablar de acceso o accesibilidad a la educación, la salud o la información como tienden a hacerlo cada vez más las formulaciones “políticamente correctas” de los convenios internacionales, es un modo de relegar los derechos fundamentales (a la educación, salud, información, etc.) a un lugar secundario y de poner énfasis solamente sobre su distribución y su práctica. Para las personas discapacitadas, sin embargo, la accesibilidad siempre ha representado una cuestión importante. Son testimonio de ello las luchas emprendidas por los representantes de ese ámbito desde hace más de medio siglo. La era digital y el ritmo de los desarrollos tecnológicos han aportado también su parte de desafíos en tanto que han abierto nuevas oportunidades para esta población. Es importante reconocer la gran contribución de esta comunidad al desarrollo de la noción de accesibilidad. Esa perspectiva y la problemática de la inclusión plena e integral de las personas discapacitadas en la sociedad de los saberes compartidos constituyen el hilo conductor de este artículo.

La accesibilidad, una condición de acceso universal para todos

De entrada, para comprender bien lo que está en juego en la accesibilidad, conviene definir lo que se entiende por “acceso universal”. En el campo de las tecnologías de la información, el acceso universal se refiere a nociones de interoperabilidad, de compatibilidad, de equipamiento, de infraestructuras...y de accesibilidad. El acceso universal descansa pues sobre la posibilidad de alcanzar ciertas condiciones. El World Wide Web Consortium (W3C) define la noción de acceso universal como la posibilidad para todos los individuos de acceder a los recursos en la Web, cualquiera sea su material o software, su infraestructura de red, su lengua materna, su cultura, su localización geográfica, o sus aptitudes físicas o mentales. [3]

Entre las diversas condiciones de acceso universal, la accesibilidad es probablemente la que más se presta a confusión, ya que cada uno hace la promoción según los intereses y las necesidades de su comunidad. Así, para algunos ámbitos, la accesibilidad se refiere a la conectividad, para otros a los medios económicos, a la infraestructura, a los medios cognitivos y a la educación, a la disponibilidad de las informaciones o hasta al grado “de posibilidad de utilización” de los recursos para una persona que tiene una deficiencia.

Si bien en el origen la accesibilidad se refería tradicionalmente a la facilidad con la cual se accede o se interactúa con el entorno físico, el advenimiento de la sociedad de la información vio evolucionar el concepto de accesibilidad a fin de tener en cuenta las nuevas realidades. Según Kwan, la naturaleza del acceso a las oportunidades es radicalmente diferente del mundo físico, porque en el ciberespacio la interacción entre los individuos depende más bien de la disponibilidad de los recursos de comunicación que del tiempo y de los costos necesarios para superar la separación física. [4] En el centro de los numerosos cambios en curso, se encuentra la disociación creciente entre el lugar y la función. Las actividades están basadas más bien sobre la persona que sobre la localización: la accesibilidad en el ciberespacio es una cuestión no territorializada.

Además, la noción “de accesibilidad a la información” propuesta por Dodge descansa sobre el acceso a los recursos pertinentes y esto, en el momento oportuno. Esta preocupación viene de la idea de que Internet puede dar acceso a una vasta colección de recursos de información pero, en razón justamente de este exceso de información, no da necesariamente acceso a informaciones útiles, corrientes, confiables y abordables en el momento oportuno. [5]

Algunos llevan el debate más lejos, afirmando que hay que agregar a la definición de este concepto las dimensiones de información, sociales y culturales. En efecto, el abordaje tradicional de la accesibilidad no reconoce que los individuos forman parte de redes sociales a través de las cuales la información es intercambiada y que estas redes dan forma a normas y valores que, en sí mismos, condicionan en gran medida, la accesibilidad. [6]

Recientemente ha sido posible observar el impacto de ciertas tecnologías emergentes sobre la accesibilidad, tales como la Wi-Fi o la Web semántica. En efecto, la Wi-Fi da actualmente la posibilidad de conectarse en esta vasta red que es la Web gracias a la tecnología sin hilos y es considerada como una importante solución para responder a las necesidades de conectividad de algunos medios que no tienen las infraestructuras necesarias (tales como las zonas rurales o los países en desarrollo o en transición). En lo que respecta a la Web semántica, aunque esta tecnología aún no se encuentre suficientemente desarrollada y extendida como para medir todas sus consecuencias, ella apunta a mejorar la accesibilidad a la información, permitiendo responder, entre otras cosas, a las preocupaciones en materia de acceso a informaciones pertinentes y confiables.

La accesibilidad, una condición de acceso esencial para personas discapacitadas

Las transformaciones provocadas por el desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) también han tenido repercusiones en la comunidad de las personas discapacitadas.

Tradicionalmente, para una persona discapacitada, la accesibilidad significa que un lugar está acondicionado a fin de que ella pueda penetrar y circular en él sin obstáculos, que las instalaciones, los equipos y los medios de comunicación están concebidos para permitir su uso, con o sin adaptación, por una persona que tiene limitaciones motrices, sensoriales o cognitivas [7]. Esta accesibilidad esta basada sobre el desarrollo y la adopción de normas y su eficacia depende igualmente del momento de implementación (i.e. cuanto mas previamente la accesibilidad sea tomada en consideración en la planificación - de la construcción de un edificio, de un sitio web - mejor será).

Esta necesidad de adaptación se transpone igualmente a un contexto tecnológico. Varias definiciones han sido propuestas en lo que concierne a la accesibilidad a las tecnologías para las personas discapacitadas. Para la ONU, se trata de las aplicaciones flexibles capaces de adaptarse a cada preferencia y necesidad del utilizador [8]. Para el programa Web Accessibility Initiative (WAI) del W3C, se trata de contenido accesible cuando puede ser utilizado por una persona que tiene una discapacidad [9]. Según Thatcher et al., cuando se habla de la accesibilidad de sitios Web, se habla de tener acceso y de poder utilizar el contenido Web independientemente de la interface o el modo de conexión utilizado [10].

Esencialmente, en el campo de la deficiencia, la accesibilidad a las TIC significa que esas tecnologías (sitios web, software, equipamientos informáticos, telefonía, quioscos de información y ventanillas de servicios automatizados, etc.) son utilizables por las personas discapacitadas, sin importar sus incapacidades o sus medios para paliarlas [11].

Las tecnologías siempre han jugado un papel importante para favorecer el desarrollo de la autonomía de las personas discapacitadas: ayuda a la comunicación o a la movilidad, ayuda informática, domótica o, más recientemente, innovaciones que permiten orientar sus desplazamientos con la tecnología GPS... Un vasto campo de pericia a favor del acceso de las personas discapacitadas a estas tecnologías se ha desplegado progresivamente alrededor de dos ejes: el desarrollo de soluciones tecnológicas, por una parte, la información, la sensibilización y el lobying político, por la otra. Las cuestiones que rodean la accesibilidad de las tecnologías y de los contenidos para las personas discapacitadas o de movilidad reducida son cada vez más tomadas en cuenta en ciertas sociedades, habiendo varios países adoptado en los últimos quince años leyes y adherido a normas a fin de que las personas discapacitadas puedan jugar en plenitud su rol de ciberciudadanos. Después de que los Estados Unidos, Australia y el Reino Unido adoptaran legislaciones, hace ya algunos años, Francia acaba de adoptar una ley que contiene obligaciones en materia de accesibilidad a los sitios web públicos. Otros países como el Japón, Canadá, Nueva Zelanda e Italia también han hecho esfuerzos en ese sentido. Una lista de las leyes y políticas vigentes en el mundo puede ser consultada en el sitio del W3C. [12]

No obstante, aun en los países más sensibles a estas cuestiones, quedan todavía algunas barreras que pasar y, en materia de la sociedad de la información, algunos aspectos esenciales no son generalmente tomados en cuenta de modo suficiente. En efecto, el alcance de la accesibilidad está limitado, en la mayoría de los casos, a la infraestructura tecnológica, mientras que otras condiciones son esenciales para garantizar el acceso a esta sociedad emergente.

Así, las personas discapacitadas se encuentran entre las más pobres, las menos instruidas y las más marginalizadas de todas las sociedades. Ellas constituyen más de 600 millones de personas a escala planetaria, entre las cuales el 80% vive en países en vías de desarrollo o en transición. Tienen pocas oportunidades de participar en el desarrollo de sus comunidades y de ejercer una influencia sobre su suerte. Mientras que su efectiva integración en la sociedad actual tarda en concretarse, las discusiones sobre su integración en la sociedad en construcción son de gran magnitud y no pueden limitarse solamente a consideraciones tecnológicas.

Las tres condiciones del desarrollo de la accesibilidad

Como lo hemos visto anteriormente, la demanda de tomar en cuenta las dimensiones sociales y culturales en el desarrollo del acceso universal no es nueva. En este espíritu, los trabajos alrededor de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información (SMSI) trataron de considerar necesidades particulares, tales como la educación (en una óptica de refuerzo de las capacidades) y el acceso a recursos comunitarios [13]. La ONU ha hecho trabajos interesantes en ese sentido por vía de su programa de acción mundial. Plantea la noción “de accesibilidad al entorno”, que incluye la planificación y la introducción de medidas con el fin de promover la integración así como la plena y efectiva participación de todos sobre una base igualitaria. [14]

En el contexto que nos preocupa, debemos ver en consecuencia la accesibilidad para las a la sociedad de la información. Esta accesibilidad debe concretarse por medio de una acción inclusiva, participativa y normalizada:

- Inclusiva en una óptica de tomar en cuenta necesidades de todos en la concepción, implantación y evaluación de estrategias, políticas, programas y proyectos;

- Participativa en una óptica de participación de todos en la toma de decisiones que tienen un impacto sobre la vida de los individuos y de las comunidades;

- Normalizada en una óptica de desarrollo y de adopción de conceptos, procedimientos y estándares que tomen en cuenta las diferencias sociales, económicas, culturales, lingüísticas, físicas y geográficas de todos.

6 de febrero de 2006

couverture du livre enjeux de mots Este texto es un extracto del libro Palabras en Juego: Enfoques Multiculturales sobre las Sociedades de la Información. Este libro, coordinado por Alain Ambrosi, Valérie Peugeot y Daniel Pimienta, fue publicado el 5 de noviembre de 2005 por C & F Éditions.

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