La “expresión ciudadana” es, en primer lugar, una forma de tomar la palabra, una expresión de carácter público relativa a la vida en sociedad. Se diferencia en esto de la expresión personal, y en carácter de tal exige una mayor atención en la organización de la libertad, en la extensión de los “derechos de la comunicación”.

Diarios, boletines, afiches, radios, discursos, teatro, poemas, música, televisión, cine, videos: las formas de expresión y los medios son tan variados como los medios de comunicación. Lo mismo es válido para los tipos de expresiones: individual, asociativa, artística, partidaria, foro, petición, voto...que reflejan la diversidad de las intervenciones en el seno de la sociedad.

La palabra “ciudadano” está formada a partir de civitas, que designa la ciudad, formada a su vez sobre “civis” que significa ciudadano, que habita en la ciudad. El término “ciudadano” integrado en la Marsellesa, himno nacional francés, y empleado durante la Revolución de 1789, es probablemente más fuerte y está más cargado de historia en Francia que en otros países donde es utilizado en un contexto únicamente descriptivo y funcional.

La ciudadanía se expresa históricamente sobre un territorio, geográfico o simbólico (“ciudadano del mundo”). Se desarrolla en sociedades abiertas donde puede constituirse un espacio público. Herramienta esencial de la extensión de la democracia, la expresión ciudadana es la expresión individual o colectiva que habla de las relaciones con los demás, de la vida en la ciudad y en sociedad.

Expresión ciudadana y gobernabilidad

Para tener sentido en la sociedad, la expresión libre, no censurada, creadora de mundos nuevos debe poder actuar sobre lo real. Así pues, la expresión se confronta con un límite: el de la decisión y la acción.
Los pueblos que han aprendido a leer y escribir y obtenido poco a poco la extensión de los derechos democráticos, reivindican hoy en día un derecho de control sobre la manera en que son gobernados y una justificación de las decisiones tomadas. En esta interacción con la decisión es donde la expresión ciudadana se confronta con la “gobernabilidad”.

- ¿Cómo asegurar la continuidad entre “expresión ciudadana” y “decisión ciudadana”?

- Las fuentes de información necesarias a la formación de una opinión, condición previa a la expresión ¿son accesibles?

- ¿Cómo asegurar a la expresión una calidad argumentativa que le dé fuerza y libertad?

- ¿Cómo integra el político tomador de decisiones lo que entiende incorporar de la expresión ciudadana? ¿La decisión elegida tomará en cuenta lo que ha sido expresado?
Los usos de Internet para la expresión ciudadana ya tienen cierto éxito, especialmente al ser capaces de relacionar las cuestiones locales con las cuestiones globales: ordenamiento de la ciudad, presupuesto participativo, exclusiones sociales, desigualdades Norte - Sur, posibilidad de patentar lo viviente, Organismos Genéticamente Modificados, derechos y lugar de las mujeres... tantas temáticas que han tomado su lugar en el seno de las sociedades abiertas únicamente a través del debate y de la expresión ciudadana.

Una expresión que crea identidad

Al lado de una función democrática, por la confrontación de los argumentos, la expresión pública, la expresión de un público, llena también una función identitaria: la de afirmarse ante los demás. Para la expresión de públicos alejados, la identidad es a menudo un resorte de esta expresión pública. Ella es el resultado de una brecha entre la imagen proyectada por el grupo y la imagen que el grupo tiene de sí mismo. Estigmatizado, un grupo busca apropiarse de este estigma e invertirlo, o por lo menos hacer de él un recurso identitario que pueda ser movilizado.
La expresión ciudadana nos remite aquí a un reconocimiento de las personas (individual y colectivo). Las capacidades de Internet para proyectar esta reivindicación de identidad también la convierten en una tecnología que construye un vínculo social.

Jalón de una democracia participativa

Desde el punto de vista de los habitantes, este pedido de debate público argumentado, de reconocimiento de las personas, pone los jalones de una democracia participativa que prolonga la democracia representativa.
Prestar atención a la expresión es también reconocer la importancia de los puntos de vista de los ciudadanos.

Según los modos de participación elegidos, las formas de expresión varían:

- La información es una expresión descendente que no espera retorno.

- La consulta solicita una opinión que será contabilizada (voto) o sintetizada (encuesta de utilidad pública).

- La concertación implica un diálogo que pueda influir sobre la decisión.

- La co-construcción apela a la inteligencia colectiva, a la pericia de uso de los ciudadanos para coproducir al lado de los expertos y de los electos depositarios del poder.
Esta última forma, bastante rara actualmente, es ciertamente la más completa, pero también la más exigente y compleja de la democracia participativa.
La expresión ciudadana contestataria también juega un rol de preservación del conjunto del sistema democrático, osando plantear problemas a menudo ignorados o descuidados por los dirigentes.

Acerca de la expresión ciudadana

La expresión ciudadana es sinónima de cierta libertad, adquirida o reivindicada. Las sanciones y amenazas provocadas por palabras y escritos públicos atestiguan el carácter no democrático de una sociedad, como aún se constata comúnmente en numerosos países.
Las tribunas de personalidades, de responsables asociativos, de opositores políticos a la mayoría o la expresión de organizaciones no gubernamentales, de redes militantes, de movimientos sociales, forman parte de una expresión ciudadana en la medida en que son expresiones de personas, actores ciudadanos. Pero ellas solo constituyen una pequeña parte.

Tenemos que interrogarnos sobre la función simbólica de la expresión: ¿quién se siente legitimado para hablar? ¿Sobre qué base se construye esta legitimidad? Numerosas expresiones utilizan un “nosotros” indeterminado que se presta a confusión..
No es suficiente que algunos “ciudadanos” que tienen acceso a los medios de comunicación, a los lugares de debate, se autoproclamen expresión ciudadana para que las condiciones de una expresión ciudadana de calidad estén reunidas. Si bien la libertad de expresión es una condición de base de la expresión ciudadana, está lejos de ser suficiente.
Raras son las personas que toman la palabra o la pluma. Al mirar alrededor, cada uno y cada una constatará que la expresión pública no es fácil para la mayoría de las personas. Colocar escritos en la plaza pública no es un acto anodino. Presentar para ver y debatir ya es un acto político, constitutivo de un proyecto (de vida o de sociedad) y constitutivo de trayectorias sociales.

De la palabra pública a la expresión ciudadana

Así pues, la expresión ciudadana no cae de su peso, ella implica también un recorrido, un acompañamiento, una mirada crítica, un reconocimiento individual y colectivo de las personas.
El camino es largo para que la expresión ciudadana sea un derecho efectivo como el voto. Un camino que pasa primero por el aprendizaje, la formación de la expresión y por una mutación cultural: la interiorización por la mayor cantidad de personas de que esta expresión es, no solamente un derecho, sino también un resorte de transformación social.

Raras son actualmente las políticas públicas que favorecen y acompañan esta toma de la palabra.
Es por eso que la expresión ciudadana no es solamente tomar la palabra, una expresión de carácter público relativa a la vida en sociedad, sino también el producto de un acompañamiento, de un aprendizaje. Es el conjunto de un proceso que permite el acceso a la toma de la palabra de los habitantes de un territorio en lo que se refiere a la vida en sociedad, en una acción participativa.

Esta idea de proceso evoca una dinámica en construcción, una organización colectiva, un reconocimiento de las identidades colectivas e individuales que deben plasmarse por medio de la observación, la comprensión, el análisis y la aproximación de situaciones. ¿En qué condiciones sociales, qué contexto político se desarrolla la expresión ciudadana?¿Cuáles son sus relaciones con las acciones participativas realizadas?

En el seno de sociedades de la información

Hoy en día la expresión ciudadana nos interpela como habitante de la ciudad y ciudadano del mundo, explorando nuevas modalidades para el vivir en común. Mientras las fronteras de lo local y de lo global se mezclan cada vez más estrechamente, las mutaciones ligadas a la era de la información repercuten sobre la expresión y la participación ciudadana.
Lo digital introduce varias rupturas:

- La codificación de la información hace la información reproducible: lo que recibo también está disponible para los demás, lo que escribo puede circular;

- La convergencia digital agrega a la corriente de los progresos tecnológicos la posibilidad de intercambios digitales de datos, textos, fotos, sonidos e imágenes animadas;

- Las formas de la expresión ciudadana se multiplican, permitiendo a cada uno tomar la “palabra” en función de sus mejores aptitudes;
Las redes electrónicas conectan a las personas más allá de las fronteras por múltiples objetos comunicantes ligados en red por las ondas, las redes por cable o telefónicas. La censura local se torna imposible, la información toca a las diásporas, la ciudadanía local se vive bajo la mirada del mundo.

Las turbulencias de lo digital

Hasta hace poco, la expresión de un individuo estaba limitada por el alcance de lo oral o de lo escrito. El advenimiento de los medios masivos de comunicación ha multiplicado las capacidades para recibir la información. Estamos lejos de encontrar tal extensión para que un ciudadano ordinario pueda acceder a los diarios, las radios o la televisión a fin de hacerse escuchar.
Las redes electrónicas y las nuevas culturas digitales abren a contrario posibilidades inéditas para el habitante “conectado” de la ciudad de expresarse y de interactuar con la esfera social, pública y política.
Si bien los laboratorios de informática o de telecomunicaciones están en el corazón de la expansión incesante de las innovaciones tecnológicas, los intercambios entre personas son un elemento esencial del desarrollo de los usos. Las aplicaciones mayores de la era digital, tales como el correo electrónico, la web, el chat, los foros, los blogs fueron inventados y plebiscitados en el seno de las comunidades de usuarios.

La difusión de las herramientas digitales en la sociedad está acompañada por la emergencia de nuevas prácticas de comunicación. Los millones de sitios de la web se vuelven una fuente de información concurrente de los medios masivos de comunicación. En un momento de debate político, un blog, obra de una sola persona, puede erigirse al mismo nivel de lectura que un diario o una radio, con el agregado de la interactividad. Sobre un territorio local, un webzine se afirma en contrapunto a la expresión municipal [1]. Sitios colectivos similares a Indymedia, la red de información contestataria más conocida, se sitúan como alternativa de testimonio a los informes de manifestaciones o de eventos.

Esta emergencia, al lado de los medios difundidos “uno hacia todos” (diarios, radios, televisión), de los medios distribuidos donde es la expresión de personas o de colectivos la que predomina, interpela hoy en día a las formas de gobernabilidad. La difusión rápida de las informaciones a través del mundo permite la organización de movimientos de opinión en forma de redes inéditas. El acceso a la información contradictoria abre el debate e impone argumentar a los tomadores de decisión. La confrontación de las ideas acelera la elaboración colectiva de propuestas que se plantean como alternativas.
Cuando el éxito de un medio distribuido viene de la calidad de sus contenidos y de su animación, eso no puede más que interpelar a los tomadores de decisión habituados a una difusión jerárquica en nombre de su función, hacia aquellas y aquellos que les han dado un mandato directa o indirectamente. La participación es una cultura emergente que tiene todavía poco lugar en sociedades organizadas mayoritariamente alrededor de la representación y de los mandatos acordados u otorgados.

Es también necesario interrogarse sobre los valores de uso de las mediaciones por ordenadores. Las articulaciones entre “actuar localmente y pensar globalmente”, pertinentes en el marco de los Nuevos Movimientos Sociales, solamente funcionan para una franja limitada de la población.
En efecto, las expresiones orales, por escrito, por gestos no requieren las mismas habilidades ni los mismos códigos. Conversar en un chat, enviar un correo electrónico a una lista de difusión, participar en un foro, abrir un blog, escribir en un sitio asociativo, tomar la palabra en un sitio público, fabricar una radio o un video: no todo el mundo dispone de las mismas herramientas culturales, intelectuales, cognitivas (sin hablar de las herramientas técnicas) para apropiarse de las nuevas formas de expresión. Extender estas prácticas hacia todos los ciudadanos y todas las ciudadanas se vuelve una tarea que debe concernir a todos los actores de la expresión ciudadana.

La expresión ciudadana plantea interrogantes a los medios masivos de comunicación tradicionales

El éxito de los medios distribuidos demuestra también una desconfianza con respecto a los tomadores públicos de decisiones y a los medios masivos. La difusión de las mismas imágenes en todos los canales de televisión, los textos intercambiables de la prensa cotidiana alertan a los ciudadanos activos sobre la concentración de los medios masivos. ¡Sin embargo, se constata que los más grandes éxitos del P2P son los mismos que los del Top 50!
Los medios distribuidos, reflejo de nuestras prácticas sociales emergentes, pueden también favorecer la repetición de un modelo “que funciona” en lugar de inventar otra manera de decir.
A este movimiento emergente nos proponemos interrogar.

El aporte de las redes digitales: nuevos posibles y sus límites

Para que la expresión exista, le es necesario disponer de medios para difundirla. Aquí es donde el aporte de las herramientas digitales elimina ciertas barreras de acceso a los medios masivos de comunicación casi infranqueables en otras épocas para un ciudadano o una ciudadana ordinarios.
Se vuelve posible, a partir de un ordenador conectado, publicar una revista de información comunal, realizar un sitio especializado sobre un tema de sociedad en debate, juntar rápidamente informaciones de los cuatro rincones de un país o del planeta. El testimonio que proviene directamente de los actores se transforma en un medio esencial de promover una relación de los acontecimientos que toma en cuenta todos los puntos de vista y todas las situaciones. Esto se ha podido ver en ocasión de las últimas catástrofes naturales que sacudieron al globo.
Pero entre los millones de blogs, muy pocos se refieren a la expresión ciudadana, la inmensa mayoría apunta en primer lugar a la expresión personal o en el seno de pequeños grupos. Y como en el caso de los diarios de barrio, las publicaciones asociativas, las radios libres, debemos constatar que la escritura colectiva que hace al debate, que reúne a la gente sobre un territorio o aporta sentido, concierne actualmente a muy poca gente. Los sitios de publicación sobrepasan muy raramente el centenar de redactores, la inmensa mayoría de los lectores no franquea espontáneamente el umbral hacia la redacción o la escritura de comentarios.

Conservar una perspectiva abierta

La expresión ciudadana es una actividad en devenir, un proyecto. Lo que hoy importa, es a la vez apoyarse sobre las experiencias que van hacia delante y también permitir una transferencia del know - how que allí se desarrolla hacia las poblaciones que se expresan menos. Porque las herramientas de escritura en colaboración o los software libres nos muestran que las ganas de participar en el bien común puede reunir a millares de personas alrededor de un proyecto cooperativo.

Los medios distribuidos hacen posible la puesta en movimiento de vastas comunidades que se implican para coproducir contenidos habitualmente difundidos por las estructuras públicas. Ya se trate de herramientas de oficina para comunicar (Open Office, Firefox), enciclopedias (Wikipedia), mapas, atlas (Open Geodata), revistas científicas (Llamado de Budapest), conocimientos accesibles (los sitios de formación y de autoformación en Internet), contenidos pedagógicos (Open Courseware), las iniciativas que provienen directamente de los individuos y de los grupos se multiplican fuera de las instituciones que tienen, sin embargo, esa misión. Todas estas acciones que nutren un patrimonio común del saber, no se viven forzosamente como políticas (entre los contribuidores de wikipedia, son numerosos los que lo hacen como juego, por pasión), constituyen igualmente una forma de expresión ciudadana.
Del mismo modo, los artistas que utilizan los multimedia participan en ese movimiento. La representación digital por el texto, la imagen o el sonido, el recurso a la simulación, a la 3D, al sampling, a la mezcla, la multiplicación de las obras colectivas, abiertas a las interacciones, multiplican los campos de investigación de los artistas. También ciertos colectivos artísticos ocupan ese campo de expresión dándole una dimensión política.
Ante esta profusión de experiencias, de voluntades, ante las dificultades encontradas para ampliar el número de participantes, queda por hacer todo un trabajo para interrogar a las múltiples formas de la expresión ciudadana y las condiciones de su expansión.

Preguntas abiertas

Las tecnologías de la información y de la comunicación multiplican las tomas de palabra posibles para aquellas y aquellos que poseen sus claves de acceso y de uso. Para calificar la expresión ciudadana, es necesario preguntar:

- ¿Quién toma la palabra? (cantidad, lugar en la sociedad)¿En nombre de quién?

- ¿Por qué? (¿en qué se sienten legitimados para hacerlo?)

- ¿Cómo? (¿por qué medios de comunicación, palabra individual o colectiva?)

- ¿Cuál es el dispositivo que permite esta toma de palabra? (técnico, cognitivo)

- ¿Qué acompañamiento lo hace posible? (iniciación, mediación, formación)

- ¿Se toma en cuenta esta expresión en la gobernabilidad? (qué enlaces, qué incorporación a los procesos democráticos clásicos)

- ¿Se toma en cuenta a las personas naturalmente alejadas de la toma de la palabra en consideración a la equidad?

- ¿Qué diferencia entre “expresión ciudadana” y “opinión pública”? ¿Es una de ellas fruto de la otra?
Mientras que los debates tradicionales sobre la “libertad de expresión” y el “derecho a la información” se refieren a la organización social de herramientas de difusión de la información (libertad de la prensa), sobre su pluralismo (control económico o político de los medios) y sobre la información independiente, la irrupción de Internet viene a alterar este paisaje.
Gracias los medios distribuidos de Internet, la expresión ciudadana cuestiona las formas de organización de la democracia, extendiéndola hacia una mayor participación.

¿Cómo puede cada habitante utilizar esta red para comunicar públicamente?
No solamente intercambiar entre pares, entre amigos o en el seno de redes asociativas, sino ¿cómo la escritura multimedia sobre la escena pública de Internet viene a alterar las relaciones que los ciudadanos mantienen con la información y con aquellos que los gobiernan?

¿Cómo hacer entender las necesidades de las poblaciones y hacer emerger las soluciones que reposan en la inteligencia colectiva? Las herramientas están disponibles (e-mail, sitios web, blogs, enciclopedias cooperativas, ficheros compartidos) pero un nuevo saber hacer, un “saber decir” debe ser inventado y transmitido a todos, especialmente a los sectores marginales.

16 de febrero de 2006

couverture du livre enjeux de mots Este texto es un extracto del libro Palabras en Juego: Enfoques Multiculturales sobre las Sociedades de la Información. Este libro, coordinado por Alain Ambrosi, Valérie Peugeot y Daniel Pimienta, fue publicado el 5 de noviembre de 2005 por C & F Éditions.

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